Comparto con vosotros que ayer domingo volví a correr la Carrera de la Mujer por todas las personas que, sin importar el motivo de su marcha de este mundo, siguen estando en nuestros corazones. Durante la subida de la calle Gran Vía, planteándome por qué diantres tenía que imponerme mantener el ritmo que llevaba si podía bajarlo en cualquier momento y “dejar de sufrir”, escuché lo siguiente de boca de uno de los espectadores:
“¡Sin esforzarse chicas, lo importante es llegar a meta!”
Y pensé para mí ¿en serio? ¿De verdad lo importante es llegar a meta sin esforzarse? En ese momento sus palabras, lejos de conseguir que bajara el ritmo actuaron como revulsivo y apreté los puños para esforzarme un poco más. Si ya en mi discurso interior estaba ofreciendo mi esfuerzo como homenaje a todas las personas que se esforzaron en su día por dar lo mejor de sí mismas durante su enfermedad… ¿cómo no iba yo a esforzarme en dar lo mejor de mí en ese preciso instante…?
Si la vida es una carrera y la meta es el final ¿de verdad lo importante es llegar a la meta sin más…? Cada cual encontrará su respuesta. La mía es “NO”. ¡Claro que importa cómo corremos y el nivel de esfuerzo y entrega que ponemos en ello! Y no, no se trata de “sufrir por sufrir” porque cuando tu esfuerzo tiene un motivo, un para qué, un SENTIDO…ese sufrimiento se convierte en recompensa cuando llegas a la META, exhausta pero feliz de haber dado todo lo que podías en cada segundo que duró tu carrera.
Y es esta misma filosofía, la del deporte con disciplina donde no hay atajos ni excusas que valgan, la que me lleva a pensar que el sufrimiento que uno elige es también libertad.
Llámalo carrera, llámalo enfermedad, proyecto, examen, relación personal o laboral…llámalo como quieras pero para que algo merezca “la pena” hay que “penar” y no existe “pena” que no conlleve esfuerzo por mucho que, finalmente, llegues a la meta.
Pues bien, llevando esta reflexión a CEN con C, los libros de esta mañana presentados en el Colegio Balder escritos por alumnos de 5 años, 4º de primaria y Kala, una alumna de 2º de la ESO que escrito su primer libro como autora en solitario a favor de un proyecto en Togo; todos y cada uno de ellos han merecido “la pena” derivada del esfuerzo invertido en su elaboración.
Aquí os dejo las fotos de familia donde, aunque no veáis sus rostros, las portadas a color son un reflejo de su felicidad al recibir sus ejemplares como premio a la colaboración porque nadie dijo nunca que el esfuerzo estuviera reñido con ¡la ILUSIÓN!
Y por nuestra parte, tenemos ya la meta de nuestras presentaciones a la vuelta de la esquina. El jueves nos vamos al CEIP Carlos Cano y el viernes cojo un tren para Marbella donde me espera el broche de oro de la colección de este año…