-Mamá, hoy en el colegio no hemos podido utilizar ningún ordenador.
-¡Ni en mi instituto!
-¿Podemos encender el ordenador de casa? ¡Yo necesito hacer un trabajo!
Pues parece que sí, que el pánico ha cundido con el virus Wannacry y que, como su nombre indica, más de uno habrá llorado ya si su ordenador se ha visto infectado por él. De momento me encuentro sentada frente al mío cruzando los dedos para “not to cry” por culpa del dichoso virus mientras escribo la entrada de hoy.
Y como en la vida, no todo lo que ocurre nos afecta a todos por igual. Pues mientras muchos no pegan ojo a causa de este virus informático, a la comunidad educativa de la Escuela Libre Micael de Las Rozas es algo que no les quita el sueño. Si mis cuentas no me fallan en todo el centro solo disponen de un ordenador…y eso, según me dijeron el primer día que acudí a presentar el proyecto con mi “pen drive”, si hay suerte y funciona. Así que hice la presentación a la vieja usanza, que al final de lo que se trata es de transmitir ilusión.
Por supuesto todo tiene su explicación. No, no es que anden faltos de medios ni de recursos económicos para dotar de más de un ordenador a su Escuela, sencillamente no es un recurso educativo al estilo “Waldorf” que es la filosofía pedagógica que imparten allí.
Como todo, para gustos…los colores. Habrá quienes vean múltiples ventajas en esta forma de enseñanza tan libre y los que solo vean inconvenientes.
A mí particularmente me encanta mi Hada Waldorf que me regaló el año pasado Susana, una de las profes del Dionisia Plaza que ha cruzado ya la línea de profe-conocida a amiga. Según cuenta la tarjeta con la que venía “mi hadita”, es un ser mágico, único y exclusivo, elaborado artesanalmente con lana 100% de merino, peinada y teñida con tintes naturales. Lo mejor es que son hadas protectoras y dan poco trabajo…solo hay que peinarla suavemente con las manos para recobrar las alas y la cola del vestido, que debe acabar como en punta.
Otra de las cosas que me ha gustado relacionada con esta filosofía ha sido entrar a la escuela esta mañana con las cajas de los libros de los alumnos de 6º y encontrarme en el “patio-jardín” a unos cuantos chavales haciendo una redacción al aire libre; escuchar, desde el recibidor mientras esperaba, voces de niños y niñas recitar una poesía preciosa; oír música de camino al edifico de 6º y ¡encontrarme todos los zapatos en unas zapateras al lado de la puerta de la clase porque “en clase” se está con “zapatillas de andar por casa”…Y así, como en casa, es como me he sentido esta mañana con estos chicos y chicas gracias a la ilusión contagiosa de Ana, su profesora, que este año cierra ciclo con ellos pues el curso próximo comienzan la secundaria.
Me esperaban ansiosos, todos querían ver el libro, pero han sabido respetar muy bien la metodología de entrega y guardar el ejemplar de regalo en la cajonera para evitar tentaciones…
La anécdota la ha puesto una de las evidencias de que en este mundo estamos todos conectados. Como les decía a los chicos, no siempre me leo de principio a fin todos y cada uno de los cuentos que escriben pues estamos hablando de cerca de 1.500 o 2.000 cuentos… pero sí pongo especial cuidado en que los nombres y apellidos aparezcan escritos correctamente. Nuestro nombre es una de nuestras señas de identidad que más valoramos, por algo será que “a todos nos gusta que nos llamen por nuestro nombre”. Y en cuanto a los apellidos como madre ¡soy una firme defensora de que el segundo apellido esté siempre presente! Y luego están los más comunes y los menos corrientes…como el de mi querido cuñado. Y si encima lo veo escrito de la mano de un niño con dotes musicales (como mi cuñado)…o bien tiene un hijo secreto o es pariente suyo. Afortunadamente para nuestra tranquilidad familiar (especialmente para la de mi querida hermana) resultó ser el hijo de una de sus primas. Así pues, además de estar en casa parecía que también todo “quedaba en casa” y en “familia”…como nuestra clásica foto libro-en-mano:
La causa solidaria con las que estos chicos y chicas han querido colaborar es la ONG Entreculturas que defiende el acceso a la educación de todos y todas como medio de cambio social, justicia y diálogo entre culturas.
Dar las gracias también a Rocío, la madre de una de las alumnas que ha visto hoy por fin su deseo cumplido…el de que la clase de su hija participara en nuestro proyecto. Desde que nos conocimos en un rastrillo solidario ha perseverado año tras año hasta que por fin lo ha conseguido. Gracias por creer en nosotros.
Mañana otro de nuestros veteranos: el CEIP San José Obrero que por 7º año consecutivo colabora con la Fundación Menudos Corazones.