Un payaso de hospital tiene un corazón-espejo donde el otro ve su LUZ reflejada en él.
Si dicen que a la tercera va la vencida…¡yo quiero más! Por tercera vez he podido disfrutar de Amandina de Saniclown, una payasa de hospital sin igual. Se ha metido cerca de un centenar de niños y niñas de 2º de primaria del Liceo Sorolla en el bolsillo sin apenas pestañear.
Y no, no ha sido gracias a sus dotes de payasa, ésas las reserva para cuando está en el hospital y tiene que engatusar a una renacuaja de 3 años para que se tome una medicación que logre tranquilizarla antes de ir a quirófano esa mañana…o para abrir ese portal mágico en una habitación chiquita, chiquita que logre transportar a una niña aislada a las cataratas del Niágara abriendo el grifo del lavabo del baño…
Amandina se los ha ganado tocándoles el corazón…o mejor dicho, tocándose su corazón. Ése que lleva cosido en su pecho junto a sus heridas de guerra y que cambia de color. A veces es de color rojo brillante…
…y otras de color plata…
Y si lo observas con atención cuando brilla como la luna, puedes ver tu imagen reflejada en él, pero no una imagen cualquiera, sino la de tu verdadera LUZ, ves todo lo que eres capaz de hacer, todo lo que eres capaz de dar y, lo más importante…todo lo que eres de capaz de AMAR, empezando por ti mism@.
Leticia, profe de estos pequeños escritores y reincidente en esto de CEN con C, ha salido como voluntaria para reflejarse en él…
A todos nos ha quedado bien claro que el corazón de un payaso o de una payasa de hospital es tan auténtico que, como dice el poeta Steve Jaquerz, no solo es capaz de generar luz propia, sino que, además, gracias a su nobleza es capaz de alumbrar el corazón de los demás.
Y con toooooda la luz que había hoy en nuestros corazones nos hemos despedido cantándole a María Jesús, otra profe reincidente en CEN con C, un “cumpleaños feliz” que estamos seguros de que no olvidará.
Gracias María Jesús y Amandina por vuestros corazones de colores.
Nada más bonito que hacer reír a los niños y vosotras lo conseguís.
Vuestra generosidad nos hace felices a todos.
Gracias Estrella por hacernos sentir como en casa 🙂
Amandina……..su nombre podría traducirse por “la que ama”, o a la que hay que amar.. Y ella, con ese corazón de estrellas, ama a los niños, y se se deja amar.
Por chicos y grandes, porque el amor no tiene edades.
Sobre todo cuando te espera con una sonrisa.
Que gran complemento, Amandina, para tu labor, María Jesús, que gran equipo formáis.
Desde mi barrera os mando un abrazo muy muy fuerte.
Más enhorabuena, y hasta siempre.