Sin lugar a dudas la anécdota que más cala entre todos los escritores solidarios grandes y pequeños a los que conozco año tras año, es la historia de la cicatriz del brazo de mi hijo Marcos. Ésa que se hizo con ocho añitos cuando, al salir del comedor del colegio, atravesó literalmente la puerta corredera de cristal que estaba sin señalizar. ¿Para qué contentarse con un simple chichón pudiéndola atravesar…? Menos mal que todo se quedó en un susto. “Sólo” hubo que coserle el brazo librándose incluso de una rehabilitación pues no le tocó hueso ni nervio.
Así es él: intenso, arrollador, optimista y entusiasta.
Y de cicatrices también les ha hablado hoy Verónica de Saniclow envuelta un poquito en Amandina, su segunda piel como payasa de hospital. Les ha contado a los niños y niñas de la clase de 5 años del CEIP Pablo Sarasate el cuento de “El abuelo aventurero”. Un abuelo un tanto “cuentista” que inventaba historias sobre sus cicatrices para sorprender a su nieto Pablo y a sus amigos. Lo que el escritor de este cuento ignoraba es que, a veces, la realidad supera a la ficción…y si no, a las pruebas me remito…
Verónica ha escogido este cuento para que los pequeños escritores conectaran con las posibles secuelas de estar hospitalizados tras una grave operación y, en un lenguaje adaptado a su edad, les ha hablado también de las cicatrices del corazón, ésas que muchos padres y madres llevan para siempre en el alma cuando saben que el único mundo que van a poder conocer sus hijos es el que se reduce a las cuatro paredes de una habitación de hospital. Por eso, decía Amandina, los payasos de hospital no pueden dejar de existir.
Estos peques, además, han podido demostrarnos su solidaridad ayudando al pirata Garrapata a superar su miedo a los cocodrilos. A la de tres gritaban con todas sus fuerzas al ver llegar al cocodrilo: “¡Garrapataaaa, Garrapataaa, despieeerrrtaaaa!”
¡Qué importante poder despertar a tiempo! Y nunca es tarde para poder hacerlo. La mayoría de las personas vamos dormidos por el mundo sin ningún tipo de control sobre nuestras vidas. Es la vida la que acaba pasando por nosotros en lugar de nosotros por ella. Tomar conciencia de nuestra realidad es fundamental para poder cambiar lo que no nos gusta de ella. Decía el abogado Stepehen Dolley:
“El que quiere hacer algo conseguirá el medio, el que no, una excusa”.
Así de sencillo. Por eso no dudo que el encuentro de Saniclown con Cristina, la profesora de estos peques, cuya pasión (además de la enseñanza) gira en torno al mundo de la dramatización, le lleve a conseguir los medios necesarios para conectar de nuevo con esa actriz/payasa/performance que lleva dentro…De momento ella ha sido el vínculo de unión entre sus peques y Saniclow, de ahí a ponerse la nariz de payasa para poder vivir su sueño le queda tan solo un paso…
¡Ánimo Cristina!
Cicatrices del alma o del corazón ….
Dichosos esos niños que, aún, no las tienen.
Y que levante la mano aquella persona mayor que no lleve, al menos,una en el alma.
Cicatrices…, sí, te ayudan a seguir viviendo…
Un abrazo fuerte.
Los japoneses creen que cuando algo ha sufrido daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso, por eso reparan los objetos rotos con oro. En lugar de tratar de ocultar los defectos, grietas o CICATRICES, éstos se acentúan y celebran, se han convertido en una prueba de la imperfección y la fragilidad,pero también de la resilencia, la capacidad de recuperarse y hacerse más fuerte.