En el CEIP Infanta Elena comenzaron escribiendo sobre el bosque encantado, al año siguiente 21 Elementos redactaron cuentos de temática libre, un año más tarde fueron casi sepultados por una fuerte avalancha de cuentos sobre deportes y el curso pasado nos contaron que tenían hambre de cuentos.
Siempre colaborando con la misma causa solidaria: Menudos Corazones.
Este curso los alumnos de 5º de primaria imaginarán, inventarán y escribirán cuentos para demostrarnos que los animales también tienen corazón. Es el tema que han elegido entre todos como fuente de inspiración.
Estamos convencidos de que sus cuentos serán, cuanto menos, sorprendentes y dinámicos…como ellos. Y poco importa que este año las circunstancias no se hayan mostrado favorables para recibir la visita de sensibilización por parte de la fundación elegida. Si fue un lapsus por mi parte el no haber confirmado nuestra visita hace un par de viernes; el viernes pasado a María, Presidenta de Menudos Corazones, le fue imposible asistir al colegio.
Pero salimos airosos de la situación. De algo me tenía que servir el haber acompañado a María durante cuatro años a todas las visitas de sensibilización que ha realizado hasta la fecha (hasta doce he llegado a contabilizar). A eso hay que sumar la infinita curiosidad de los alumnos de este centro y sus inagotables ansias de aportar sus comentarios y preguntas a lo largo del ratito que compartimos con ellos.
Chuleta en mano para no olvidarme de nada, fui explicándoles a los chicos: qué es una cardiopatía congénita, qué tamaño tiene el corazón de un recién nacido, qué es un catéter, una arritmia o un trasplante, la necesidad de adaptar las reparaciones que se les hacen a los niños en su corazón a medida que van creciendo, lo importante que es cuidar de nuestro corazón aunque no tengamos problemas, el miedo a las agujas o a sentirse diferente y que la donación recibida por la venta del libro que escriban entre todos servirá para publicar otros libros de cuentos escritos por niños miembros de la Fundación.
Uno de los momentos más emotivos lo vivimos cuando uno de los alumnos nos contaba que a él de pequeño le habían pinchado muchas veces en el hospital. No pudo evitar emocionarse al evocar dichos recuerdos y Luis, director del centro y profesor de lengua, aprovechó el momento para invitarnos a hacer una foto de grupo y, de paso, quitarle hierro al asunto. Realmente no soy capaz de decir qué me emocionó más: si el abrazo que me dio este chico cuando fui a cogerle de la mano para acompañarle a hacernos la fotografía o el ver cómo todos sus compañeros se interesaban por él arropándole con sus brazos y sus palabras de apoyo. Sin lugar a dudas uno de esos momentos reconfortantes para el alma.