UNA INESPERADA CLOWNCLUSIÓN

Estoy segura de que esta mañana los alumnos de 6º de la Escuela Libre Micael esperaban una actuación muy distinta a la que han podido presenciar por parte de Verónica, Directora de Saniclown. Quizás alguno pensó que, viniendo a clase una Payasa de Hospital, era altamente probable que todos acabásemos llorando de la risa…Lo que nadie esperaba es, en una mañana tan gélida como la de hoy, haber entrado en calor tan rápido gracias a la generosidad y espontaneidad de Verónica.

Lo mágico de Verónica es que es, al mismo tiempo, una mezcla explosiva de pura dulzura y de emoción a flor de piel. Mientras yo les explicaba a los chicos el origen de CEN con C, en algún momento Verónica ha conectado con sus recuerdos de infancia y más concretamente con los de 6º de primaria. Viendo a esa clase repleta de chicos y chicas en un momento tan especial como es la preadolescencia donde somos todos tan vulnerables, el recuerdo de Alejandra, una antigua compañera de clase, ha desencadenado en ella una espiral de pensamientos y emociones que no ha dejado indiferente a ninguno de los que estábamos allí presentes.

Alejandra era una niña diferente. Física y personalmente era totalmente opuesta a Verónica. Si Verónica era un pequeño duendecillo alegre y dicharachero, Alejandra tenía un gran vozarrón, estaba más desarrollada por ser mayor que el resto, sus ojos eran chiquitos y era desordenada, ruidosa y desprolija en toooodo lo que hacía. Al principio Verónica era de las pocas niñas que disfrutaba teniendo a Alejandra cerca de ella pues, con su gran envergadura, se sentía protegida y le incluía en todos sus juegos…Hasta que, poco a poco con el tiempo, a Verónica la presencia de Alejandra comenzó a no hacerle tanta gracia y se alejó de ella como ya habían hecho todos los demás. Fue estando en sexto de primaria cuando, un día, Alejandra no asistió a clase. En una de sus alocadas carreras por la calle cruzó sin mirar y un coche se la llevó por delante. Estuvo tres días ingresada en el hospital donde, al realizarle un escáner cerebral, le descubrieron un enorme tumor cerebral…de ahí sus múltiples despistes y esa forma de ser tan especial. Si Alejandra salía viva de su accidente su vida no iba a dar mucho más de sí. A los tres días de hospitalización Alejandra se fue y Verónica no tuvo la oportunidad de poder pedirle disculpas por no haberle comprendido y que nadie hubiera contribuido a que su vida fuera más feliz…

Ha sido en este instante de la narración cuando Verónica ha decidido compartir con nosotros su tristeza al recordar ese momento de su vida regalándonos sus lágrimas. Siempre he dicho que no creo en las casualidades sino en las CAUSAlidades y no, no es casual sino CAUSAL que yo, con mi casi metro ochenta de estatura emulando la gran envergadura de Alejandra, haya sentido la irrefrenable necesidad de abrazarla hasta que, poco a poco, se ha ido calmando. Esta mañana en esa clase me he sentido un poquito como la mensajera de Alejandra sin dejar de ser yo misma.

Verónica, ya más serena por ese pequeño instante de emoción, nos ha seguido contado que a los diez días del fallecimiento de Alejandra soñó con ella. Aquellos que creemos que “esto” no se acaba aquí, en cualquiera de las “versiones” personales que cada uno quiera o necesite creer, sabemos que “los que se van” siguen estando con nosotros y que cuando los necesitamos regresan “aquí” en forma de señales. Esas señales pueden llegar a través de sueños, de canciones, de mensajeros, de fotografías que se caen al suelo sin motivo aparente, de frases que escuchamos CAUSALmente…A Verónica su particular señal le llegó en forma de sueño donde Alejandra le decía que no se preocupara, que todo estaba bien y que no la habían perdido, que estaría allí siempre que la necesitaran…

Quién sabe si esa vivencia contribuyó a que Verónica un día, mientras estudiaba arte dramático y conociera a un alumno de clown capaz de levantar el ánimo e insuflar vida a todo lo que le rodeaba, decidiera que su misión en esta vida iba a ser la de aliviar el sufrimiento y el dolor de los niños hospitalizados y el de sus familiares encarnando la figura de una Payasa de Hospital, Amandina

Quién sabe si la vivencia de esta mañana contribuirá a que alguno de los alumnos allí presentes algún día conecten con ese momento y les lleve a tomar una decisión vital para ellos en el devenir de sus vidas…

Quién sabe si la vivencia de esta mañana ha contribuido para reforzar la labor sanadora de la niña-Verónica que necesitaba rendir un homenaje a esa otra niña capaz de perdonarla y seguir presente ayudando a que cada niño de sexto cuide de cada compañero por muy diferente que sea.

Sin entrar en si somos o no somos creyentes, me viene a la memoria la frase “Los caminos del Señor son inescrutables” al referirnos a aquello imposible de comprender o de conocer dada su complejidad, profundidad o misterio pero que, indudablemente, SE SIENTE…

Desde esta pequeña ventana que la vida me ofrece para llegar a todos aquellos que tiene la oportunidad de leerme, le mando a Verónica otro gran abrazo por su gran generosidad al compartir con nosotros, sin haberlo planeado, dejándose llevar tan solo por lo que le pedía el corazón en ese momento, una experiencia personal tan triste y a la vez tan bonita.

Esta mañana Amandina ha cedido el protagonismo a Verónica para, en lugar de hacernos llorar de risa, hacernos llorar de emoción.

Verónica ha querido cerrar su visita de sensibilización con una clownclusión en las que últimamente, sin pretenderlo, se está especializando. Una clownclusión atípica por la falta de comicidad pero que ha servido como cierre a la visita de hoy. Porque más allá de ese breve instante de emoción, y sabiendo lo sanador que es comunicarnos, encontrarnos y ser honestos de corazón; les ha recalcado a los niños la importancia de nuestros pequeños gestos diarios, gestos que pueden entristecer o alegrar la vida de las personas que tenemos a nuestro alrededor y que todos pasan por nuestra decisión… ¿Cuáles prefieres alimentar tú?